SITUACIÓN ACTUAL DE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS DE APURE
Uno de los aspectos clave para entender la relación actual entre las comunidades indígenas de los llanos venezolanos y su entorno natural, es el contacto que éstas han mantenido con la población criolla. En general, los trabajos etnográficos realizados tanto en Apure, como en Anzoátegui, hablan de los significativos cambios culturales que este contacto ha generado en las comunidades indígenas. Sin embargo, los procesos han sido diferentes en cada Estado y por ende los resultados también. En el Estado Apure se ha acelerado el proceso de sedentarización y la actividad agrícola ha ganado importancia como actividad de subsistencia.
Indígenas de Apure
Desde mediados del siglo XX, el Estado Apure ha estado sufriendo un proceso de ocupación de los terrenos tradicionalmente Pumé, por parte de la población criolla. Este proceso ha influido significativamente en la incorporación de los indígenas en las actividades agropecuarias que se llevan a cabo en los hatos criollos, lo que a su vez, ha propiciado una modificación de las actividades de subsistencia tradicionales y una reubicación de las comunidades Pumé. A este proceso de reubicación o movilización se refiere Mitrani (1988) cuando menciona que "Para principios de este siglo [siglo XX], gran parte de los Pumé vivía probablemente al sur del Capanaparo y, posiblemente, en zonas vecinas al río Meta (…) creemos que los movimientos de la población Pumé y el probable traslado de ésta desde el sur hacia el norte están ligados, en gran medida, a la fundación de nuevas haciendas y a la consecuente necesidad de disponer de mano de obra" (pág. 162). Por su parte, Ramia (1962) hace mención del desplazamiento de algunos Pumé hacia el norte del Estado, específicamente hacia Guachara.
Dados estos desplazamientos, en el presente se definen cuatro zonas de población Pumé de acuerdo a su ubicación geográfica (Mitrani, Op. Cit)
- Arauca - Cunaviche en el norte del Estado;
- Capanaparo - Riecito en el centro;
- Cinaruco y Brazo Cinaruco en el sur; y
- Las sabanas interfluviales, comprendidas entre los cursos medios del río Capanaparo y del río Cinaruco
En cada una de estas zonas se asientan un conjunto de comunidades cada una de las cuales constituye una unidad económica, política y social. Sus habitantes a menudo están unidos por lazos de parentesco y poseen su propio territorio de caza, pesca y horticultura. Las comunidades se relacionan con los pueblos cercanos, pero rara vez establecen relaciones con los pueblos más distantes. (Mitrani, 1971) Así también, muestran diferentes niveles de aculturación dependiendo del grado de aislamiento en el que se han mantenido. En ese sentido, las comunidades más aculturadas son las del Arauca - Cunaviche y del Capanaparo - Riecito, puesto que son las que han estado en contacto permanente con la población criolla; incluso en la actualidad parte de su población trabaja como mano de obra agrícola estacional o permanente en hatos criollos. Según Mitrani (1988.) esta asimilación de los indígenas ha traído como consecuencia el desmejoramiento de su calidad de vida y en efecto, han pasado a formar parte de la población en condiciones de pobreza en el ámbito rural.
Por su parte, los Pumé del Cinaruco, principalmente los Capuruchano que se encuentran en las sabanas interfluviales entre los ríos Capanaparo y Cinaruco, han permanecido en un mayor estado de aislamiento, lo que les ha permitido conservar sus prácticas tradicionales. "Los Capuruchano, cuyo territorio se extiende en las proximidades del caño Naura y La Macanilla (afluentes del Capanaparo) y del brazo Cinaruco (afluente del Cinaruco), representan la fracción mejor preservada de la etnia. Ciertos pequeños grupos seminómadas no han tenido jamás contacto directo con el mundo criollo" (Mitrani, 1988; 186).En este mismo sentido Antolínez (1974) establece que “Hay diferentes niveles de transculturación entre los Pumé: se considera avanzada entre los de la sede de Riecito y la región de Guachara, gracias a la influencia de aquel Centro Indigenista y de tres Escuelas Unitarias Estatales de Palmarito, Fruta de Burro y el Mortero en las cercanías de Guachara (...) La transculturación es incipiente, en cambio, para los demás grupos apureños” (pág. 35).
Con relación a este Centro Indigenista debe decirse que fue creado como una iniciativa gubernamental para satisfacer algunas necesidades de las comunidades Pumé y para la década de los setenta se encontraba en funcionamiento. Según Mitrani (1971) en el Centro se encontraban albergadas 30 familias nómadas que se habían desplazo debido al invierno. Estas familias recibían educación, ayuda técnica, etc. con el fin de integrarlos a la economía regional. Sin embargo, dos décadas después, es decir en los noventa, este Centro estaba completamente abandonado.
En términos demográficos, según el último Censo Indígena (1992), los Pumé constituyen un grupo de 5883 individuos, lo que representa el 86% de la población indígena del Estado. La mayor parte de sus comunidades se encuentra en orden de importancia, en los municipios Rómulo Gallegos, Achaguas y Pedro Camejo en las riberas de los ríos Cinaruco y Capanaparo, por lo que una parte de ellas se encuentran asentadas dentro de los linderos del Parque Nacional Cinaruco – Capanaparo.
En el Estado Apure, también se asientan algunas comunidades indígenas de la etnia Hiwi, aunque según establecen Metzger y Morey (1983), la mayor parte se encuentra en la Vichada colombiana; las comunidades Hiwi venezolanas se han trasladado hacia las riberas del Orinoco y el Manapiare a causa de la violencia en Colombia y de la colonización de los llanos. Según el Censo Indígena (1992) la población Hiwi en el Estado Apure es de 726 individuos, incluyendo a los Cuiva, lo que representa aproximadamente el 12% de la población indígena total de este Estado. El estudio más reciente sobre esta etnia fue realizado por Nelly Arvelo et. al el año 1988 en el que se determinó que se encuentran distribuidos principalmente en dos asentamientos denominados Barranco Yopal y Carabalí, situados en la margen derecha del río Capanaparo a unos 30 Km. al Sur de Elorza, en los habitan de manera semi - permanente.
El proceso de contacto entre los criollos y los Hiwi comenzó a mediados de los años 50 (Arvelo et. al., 1990; Coppens, 1975) por medio de Marcelo Tapia, ganadero dueño del Fundo Carabalí, quien desde su llegada entabló relaciones con estos indígenas en la zona del Capanaparo. Entre los años 1965 y 1966 los Hiwi fundaron el asentamiento El Manguito (cuyo nombre fue cambiado por el de San Esteban del Capanaparo a finales de 1968) en los alrededores del fundo, en el que comenzaron a trabajar en actividades agropecuarias y a intercambiar su mano de obra por artículos industrializados. Además del Manguito, Coppens (Op. Cit) identificó otra comunidad establecida sobre el río Capanaparo, llamada el Pozón, cuyos habitantes al igual que los de San Esteban prestaban mano de obra barata a un fundo cercano.
Más o menos durante el mismo período de tiempo, a mediados de los años sesenta, algunas comunidades Hiwi del río Riecito se trasladaron a las cercanías del fundo Carabalí, estableciéndose en dos asentamientos; uno de ellos muy cercano a los linderos del fundo y el otro, denominado el Paso a 40 kilómetros del mismo. Durante la década de los 80 se desarrollaron una serie de guerras entre estas comunidades cercanas al fundo Carabalí las cuales se desplazaron de manera que, en 1984 la comunidad de El Paso se reintegró a la población Hiwi ubicada en las inmediaciones del fundo Carabalí y en 1987 la comunidad de San Esteban se reubicó en las cercanías del Caño Rosario nombrando a su nuevo asentamiento Barranco Yopal.
A mediados de los 70, la Oficina Central de Asuntos Indígenas estableció un núcleo indigenista en el fundo Carabalí, el cual ejerce una gran influencia sobre el asentamiento cercano al fundo, cuyos habitantes tienen acceso a “un aljibe, una escuela, instrucción agropecuaria, atención médica y transporte para Elorza en casos de emergencia” (Arvelo Op. Cit; 54).